Gran invernadero. Palacio de Charlottenburg.
Berlín. ¿Ala oeste, ala este o terraza del invernadero? Suena principesco y es real. Estuco en los techos altos, damero en el suelo. La luz entra a raudales por los dos lados a través de las grandes ventanas arqueadas. Aquí solían invernar naranjos, naranjos amargos y limoneros. Este exterior hace sublimes las cosas grandes.
En la Sala del Invernadero, el mármol veteado de rojo se extiende justo bajo la cúpula: un poco de techo, un poco de cielo. Eso es lo que la gente encontraba entonces y bailaba en las noches barrocas de verano. La historia susurra en cada rincón y llega al aquí y ahora: con calefacción por suelo radiante, sonido ambiente integrado y Wi-Fi. Ya ves, King, ¡algo está pasando! Un edificio es siempre un escenario para lo que exige resplandor en su propio tiempo.
El período del alquiler se puede negociar con libertad